Sé que no eres
(siempre lo supe)
ese hombre mítico que amasa el barro
de nuestros sueños infantiles
fiel y comprometido
hasta la eternidad y sus lamentos
en mi cama amaneceres
y atardeceres:
los sudores de verano
ni mi tiritar en el invierno
atento al derrame
de mi océano
de tantos mundos
que recorres
un silbido
y no importó
Como no importó
que me juzgaran
las que son como yo
por no vivir en las sombras
en sus sombras
en la tuya
no importó
que cayeran
los juicios sobre mí
como una catedral
que se derrumba
me miraran malheridas
y con los surcos en la piel
llamando al pasado
que se desdibuja
III
Lo que importa
de torre desértica
e incandescente
tu voz de niño que se fuga en mis abrazos
lo que importa es que importaba
tu rostro sin máscara
tu ser sin armaduras
tu mano sin puñal
tu hombro junto al mío
en la batalla y la carroña
importaba
mover las manos en los mares
hasta encontrar perlas
importabas para mí
IV
en honor a lo humano
a la ternura
que se escudriñaron
lo que al amanecer
de este nuevo día
de soles acumulados
viene a importarme:
con la mirada atenta
con la cara en alto...
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