12 septiembre 2008

IKE

Imagen publicada el 28 de agosto del 2008 en el periódico “El Universal”.


Sin tocar la puerta llego a ti


quién me mira asombrado

irrumpir sus dorados días
con un torrente fresco
de lluvia matutina

Impávido finges que no estoy

que no soy una tormenta acuosa

que no te despertaron mis luminosos gritos
que no entendiste tu nombre
trazado en el cielo amoratado

Me transformo en maldecido huracán

amenazo con cambiar tus paisajes
hasta que te rindas todo y
te conviertas en vasija para mí

Sólo entonces hallaré la calma

Cuando,
atento y la mirada enloquecida
de pie sobre la banqueta
una tarde como cualquiera
desbordado por mis aguas,
el mundo se detenga un instante
y atraviese tu suéter favorito
para llegar esperada hasta tu piel
que será, inevitablemente,
un puente entre los dos

Los vestigios de lo que antes fuimos

Una promesa atea de resurrección





1 comentario:

Astrapé Núctes dijo...

"Una promesa atea de resurrección" debe contener más fidelidad y fatalidad. Hermosa paradoja.