19 septiembre 2008

Cuento para septiembre


No sé qué hacía en mis sueños, lo juro. Digo, ¿quién sueña taxistas así? Y menos si son casados y viven a media cuadra de tu casa. Y ni cómo contarle a mis amigas, si así me dicen que soy una naca particular, me haré naca naca. No, mejor no. Mucho menos por como lo soñé, como Dios lo trajo al mundo.


A lo mejor es porque llueve mucho. Porque hace mucho que no “pesco” novio. Porque estoy muy estresada (tanto examen no es para menos). Pero sé que no es cierto. Desde la “secu” tengo sueños extraños que me hacen sentir medio pervertida pero, en el fondo, orgullosa de no soñar lo mismo que mis amigas. A ver, ¿qué de interesante tiene soñar que tu novio te corta? ¿qué me interesa que soñaste que te regalan un coche? O el clásico de que puedes volar.


Como me gustaría desarrollar más este don divino de soñar tanta cachondez. Lo que podría ser mi vida nocturna hoy tan aburrida si pudiera escoger con quién y qué soñar.


Escogería un galán para cada noche. Los lunes a alguien tierno y maduro como Bruce Willis (si, tierno, ¿cómo no?), los martes un tranquilo y nostálgico Christoper Walken (sí, me gusta ¿y qué?). El problema es el miércoles, tendría que ser alguien serio pero con sentido del humor. Ah, ya sé, alguien misterioso, ya me imaginó quitándole la máscara al Sub. Cerrar el viernes con un Johnny Deep para amanecer el domingo en los brazos “gangsteriles” de un John Travolta con todo y pancita sexy. Eso si, para amanecer el lunes me soñaría yo solita en un jacuzzi relajante y un masajista chino haciéndome karate en la espalda para irme a trabajar más que recargada de pilas después de tan agotadora semana.


Pero nel, tenía yo que caer tan bajo. Quizá por el miedo al que dirán es que lo soñé así.


Resulta que me quedaba atrapada en la azotea de una casa desconocida en un día nublado. Me asomaba a la marquesina y veía al susodicho taxista dejando un pasaje enfrente. Le chiflaba (que conste que despierta no sé hacerlo) y le pedía ayuda. Hay cosas que no se explican en los sueños, como el hecho de que subió rapidísimo, nos saludamos y también quedó atrapado ahí. Hacía frío. Me abrazaba. Luego, caballeroso, me ponía su chamarra porque me decía que la nariz se me había convertido en paleta de fresa. Ahora que lo pienso, ese quizá es un mensaje subconsciente y no soy tan naca, pero bueno. Y después terminábamos desnudos besándonos sobre el más helado techo, al que por cierto notaba que le faltaba una buena impermeabilizada, pues tenía tan cerca mis ojos del piso que podía mirar a detalle el tono guinda ya muy deslavado.


En esas estábamos, ya hasta el tope, ya irresistibles, piel a piel, ojos en los ojos, cuando subía una manada como de diez sobrinitos míos a darnos lata interrumpiéndonos. Otra cosa extraña, porque no tengo sobrinos. Por eso no me gustan los niños ni tendré nunca, siempre le echan a perder a una la fiesta.


Como nos daba pena y teníamos mucha prisa por concluir lo que habíamos empezado, ahora sí lográbamos bajar a través de una tipo escotilla y buscábamos alguna recamara desocupada, pero ¡oh sorpresa! Ninguna habitación tenía puerta. ¡Ni el baño! Y ahí empezaba la persecución, porque a donde nos íbamos a refugiar, nomás empezábamos con los besitos y caricias, alguien aparecía: o los terroríficos sobrinitos, o mi mamá mandándome a lavar los trastes y, para el colmo, mis amigas de la escuela preguntándome por qué no había llegado al taller de redacción y que bueno que ya tenía novio. Trágame tierra.


Y así acababa todo, nos quedábamos con las ganas. Bueno, sólo yo era la frustrada, porque él fue una marioneta de mis sueños. Ni modo que él también me soñara al mismo tiempo ¿verdad?


¿Qué voy a hacer ahora que me lo encuentre en la calle? Ya me imagino si me toca que me lleve a la escuela o al súper. No voy a poder ni sonreír de la pena. Ojala y no me descubra, no deberé de dar señal alguna, cosa que me cuesta porque dicen que hablo con los ojos. Llevaré lentes oscuros en la mochila por si las recochinotas moscas.


Ahora que lo pienso, ¿será acaso un sistema de defensa mío? Porque me estoy acordando que un día antes estaba viendo mi papá las noticias y decían que cada vez más las jóvenes tenemos relaciones demasiado chicas o algo así, y que no se resuelve el debate sobre el uso del condón. A lo mejor es eso.


Quizá le pongo obstáculos al amor no protegido, hasta en mis sueños, que hasta ahora es el único lugar donde puedo ser yo.



3 comentarios:

Astrapé Núctes dijo...

Muy buen cuento, tan bueno que algún despistado puede creer que es otro post anecdótico de los que tanto polulan, pero no, todo lo contrario.
Creo es un elogio al fin de cuentas cuando lo confunden y te increpan neciamente, "no proyectes tu vida" o, "cuándo te pasó eso?!" pero sé, te entiendo y sé que tienes el suficiente poder imaginativo como para contar que tu personaje sueña y luego lo vuelve a contar. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Bastante divertido, ameno y ligero... Mujer de múltiples facetas =P....

Por cierto, este cuento me hizo recordar que me debes 2 sueños... Jejeje...

Salu2

Ikeracha dijo...

Esta semana en especial ha estado plagada de sueños. Durante mucho tiempo, quizá años, deje de soñar, mejor dicho, de recordar lo que soñaba. Y de repente empecé de nuevo con ese poder onírico de reamocodar el mundo interno. Por qué no habían de hacerlo también mis otras yo?

Gracias por tus palabras Astrapé: sé que sabes quién soy yo y cuáles son mis sombras...

Gabo: Gracias por los "eulogios", jejeje. Ya me puse al corriente en cuanto a sueños. Porqué no hacemos un mano a mano entre los tuyos y los míos, mira que nada despreciable mezclar tus sueños apologéticos con mis rarezas, jaaaaaaaaaaa!!!!