Joven hermano mío:
Aquí están mis torpes manos, trae las tuyas, pues hay un mundo que reharemos parte a parte, pero lo haremos distinto.
Será un mundo como fue pero irreconocible.
Cuando nuestra madre nazca en él no recibirá palos por su hambre. Nuestra abuela no sabrá lo que es ser linchada por el alcohol y sus células, mucho menos del cansancio del lavadero.
En este nuevo mundo papá habrá jugado hasta el cansancio. Aprenderá a dar el beso de las buenas noches y dar los buenos días. No escapará de nosotros en primavera y al volver a casa después del trabajo nos mirará fijamente como si existiéramos.
Ya me lo imagino, ya lo estoy disfrutando. Puedes tu hacerlo?
Mira la mesa enorme con su sombrero de frutas de a de veras. Hoy en aquel rincón de la recamara alfombrada esta el balón de fut tan soñado de la televisión. Dime si no es bella
mi muñeca limpia, te fijaste que no está rota?
Hay pan y leche.
Si este mundo fuera otro quizá el abuelo sonreiría aún tan vivo como lo recuerdo.
Serías arquitecto o quizá un inventor prolijo. Yo, cantante o poeta.
Soñar es un deber hermano, y es un derecho construir los sueños (eso decía mi maestra Estela) porque al soñar no muere la esperanza.
Pon tu mano en la mía, apriétame. Saltemos
3 de junio de 1999.
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