Las olas oscuras
anegan el vasto océano
donde puse a secar
(cual tendedero)
tanta duda
tanto estupor
tantos susurros
Y son las isletas de corales luminosos
formadas por los altos y bajos edificios
de esta ciudad herrumbrosa
la fuente primigenia de la música
que arrastra seducido al sol
Una ventana encendida calló un Do
Una ventana sin luz grita pavorosa un Re
Estando así
impasible
sentada en la oscuridad
mirando tras la ventana de mis días
mientras el humo de cigarro
me cobija apresurado
con un ojo puesto en Venus que madrugó
Así
pudieras creer
que lo que me habitaba
recrea ahora al mundo
y su somnoliento viaje circular
Y la verdad es que sólo un poco
Tengo un nuevo poblado
en este corazón
una serie de habitantes
que apenas saben gruñir
que pronto aprenderán mi idioma
Unos más a los que asolaré con tempestades
y cuidaré con la fertilidad de mis tierras
Esos que me levantarán coloridos altares
y nutrirán mis viejos oídos con sus plegarias
para que cuando distraída los favorezca
inventen los milagros
y se sumerjan en la esperanza de ser escuchados
Como yo
Pero entonces
me descubrirán de nuevo
y habrán de exiliarse
porque
nada puede oírse
entre tantas voces
Nada vale la pena oírse
en una patria sin amor
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