23 diciembre 2007

CUENTO PARA DICIEMBRE


Era nuestra primera navidad con nuestro hijo de brazos. Yo creo que los hijos nos hacen tener mejores sentimientos y que nos gusten más las fiestas familiares, más aún la del Niño Dios.


Recuerdo que eran las 11 de la noche y ya estaban todos apurados por cenar cuando sonó el teléfono, y yo contesté esperando alguna otra felicitación navideña de los tíos o los primos.


Era él, para decirme que no llegaría a la fiesta, que la pasaría con su familia. Sentí muy feo porque no podía entenderlo. Sólo contesté: - esta bien, como prefieras!


No tenía aún esta capacidad de hoy de que se me resbalen los agravios, de no perder el gusto de estar aquí y ahora, en especial si es con gente que quiero.


Esa noche la comida de mi madre, que tan buena fama tenía, fue para mi insípida, incolora e inolora. Parecía un sueño, veía a todos reír como si estuvieran muy lejos de mí, su risa era una burla dura: la que tiene y no tiene marido. Cuando era insoportable simplemente abrazaba con más fuerza a mi pequeño y me refugiaba en la caricia de mi dedo sobre sus labios hambrientos, me pedía su leche que yo feliz le daba de mis senos, y entonces ante los demás y en plena cena me sentía tan pura y de respetarse como la virgen.


Esperaba que la fiesta durara hasta el amanecer, así no tendría mucho tiempo para estar sola y nomás pensando cosas. Sola en mi cama con la cuna a un lado sentía que la soledad era más grande que cuando estaba ocupada. Ahí sí ni mi bebé me salvaba de sentirme como perdida, confundida, como una pieza de rompecabezas mal puesta.


La fiesta acabó pronto, tantos años de ser siempre los mismos invitados quizá la hicieron esta reunión aburrida, pero eso sí muy amorosa. Así que me fui para mi casa con mi hijo y los regalos del intercambio. A mi me regalaron una licuadora, que después vendí porque ya tenía una. No sabía que a él no le gustarían los calcetines que le habían obsequiado, dizque porque el gris es muy triste.


Ya en la tarde del 25 llegó a casa. Mi corazón saltó de alegría, le dije que nuestro bebé lo había extrañado mucho. Me contestó: - no inventes! si aún ni habla, tú cómo sabes?


Le calenté el itacate que me había traído de con mis padres. Romeritos dulces y picosos, pedazos de pavo con naranja y piña, sopa con cuadritos de jamón y zanahoria rayada, y el atún a la vizcaína que mi madre preparaba desde que la sal quedo prohibida para ella, mi abuela, mi padre y después también a mí cuando salí embarazada. El bacalao definitivamente estaba prohibido, como la grasa. Le serví su ponche caliente y me dijo que le dolía mucho la cabeza, que había tomado mucho.


Le pregunté cómo lo pasó: - de lujo! – dijo – vinieron mis hermanos del pueblo y nos pusimos borrachos. Giró su cabeza para decírmelo con una sonrisa traviesa y entonces pasó.


Pasó que miré el cuello de su camisa lleno de besos artificiales muy rojos. Pasó que se me rompió la fuente de mi corazón y parí esta desconfianza estorbosa. Pasó que se convirtió en la imagen del príncipe azul y dejo de serlo en persona, como en una estampita de un súper héroe que admiras pero que sabes que no existe. Pasó que muy calladita me levanté de la mesa, saqué mi mochila donde guardaba las telas viejas para limpiar, metí mi ropa, llene la pañalera con las cosas y trapos de mijo. Pasó que se levantó extrañado cuando no contesté qué hacía yo y fue hasta mí. Me pedía una explicación y yo no se la pedía a él.


No quería hablar porque no podía, si una palabra hubiera salido de mi boca me hubiera puesto a llorar, y me hubiese gustado que me abrazara. Mi silencio lo desesperó, siempre me lo dijo: - me rechoca que no me contesten. Por eso me pegó una cachetada. Pero soy muy fuerte, aguante las lagrimas y el golpe, tomé a mi hijo y caminé hacia la puerta, entonces se quedó él muy quietecito mirándonos partir.


Y ahora cada que es navidad y dan las once me acuerdo de que me llamó para decirme que no vendría.

23 de diciembre del 2007.

2 comentarios:

ninocrono dijo...

... hey perdon por invadir tu espacio pero... ¿esto, es como dices un cuento ó paso en realidad?...

Si, si es una historia inventada, esta muy muy impactante. Si no, no es una historia inventada y esta sustentada en una historia de la vida real, mis respetos.

En todo caso inventada o no la historia, mi admiración por ésta mujer que antes que permitir vivir una vida que no deseaba, por muy enamorada que estuviera de su marido, antepuso su felicidad futura y la de su hijo. Se cree que las muejeres son el "sexo debil", pero en lo personal, yo sé que no lo son, son muy fuertes. WOW!!!!

Ikeracha dijo...

ninocrono:

Al contrario, gacias por leerme. Sobre lo que preguntas, una parte de la historia es real y otra parte inventada: el curso de los acontecimientos es inventado, ciertos detalles culinarios y de tradiciones no, el desenlace es mitad inventado y mitad no. Jaaaaaaaa!!! Qué díficil de explicar caray!!!

Y sí, creo que hay de todo en la viña del señor: mujeres y hombres admirables, mujeres y hombres deporables, simplemente mujeres y hombres.

Me extenderé diciendo que a lo mejor me equivoco en esto último que digo, pues ni somos totalmente buenos ni totalmente malos, cada cual vasija de virtudes acompañadas de miserias, jeeeeeeeeeeeee!

Un placer será seguirte leyendo.