10 febrero 2007

POEMA EN TROZOS



I


Sé que no eres
(siempre lo supe)
ese hombre mítico que amasa el barro
de nuestros sueños infantiles


ese que nos prometieron
fiel y comprometido


ese con quien se vive
hasta la eternidad y sus lamentos


que no eres con quien compartiré
en mi cama amaneceres
y atardeceres:
los sudores de verano
ni mi tiritar en el invierno


que sólo estás ahí
atento al derrame
de mi océano


que sólo soy una mujer como tantas
de tantos mundos
que recorres


una ventana de tu casa


un silbido


y no importó


II


Como no importó
que me juzgaran
las que son como yo


juzgarme
por no vivir en las sombras


en sus sombras
en la tuya


no importó
que cayeran
los juicios sobre mí
como una catedral
que se derrumba


que otras
me miraran malheridas
y con los surcos en la piel
llamando al pasado


al futuro
que se desdibuja


III


Lo que importa


tampoco es tu cuerpo
de torre desértica
e incandescente


tu mirada que acecha mis rincones
tu voz de niño que se fuga en mis abrazos


lo que importa es que importaba


importaba de ti
tu rostro sin máscara
tu ser sin armaduras
tu mano sin puñal
tu hombro junto al mío
en la batalla y la carroña



importaba
mover las manos en los mares
hasta encontrar perlas


importabas para mí



IV

Pero


en honor a lo humano


a la calidez y
a la ternura


a nuestras pupilas
que se escudriñaron


te ofrendo humildemente
lo que al amanecer
de este nuevo día
de soles acumulados
viene a importarme:


parir mujeres y hombres nuevos
con la mirada atenta
con la cara en alto...



31/oct/04

1 comentario:

Anónimo dijo...
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