26 octubre 2006

LAS NIÑAS DE MIS OJOS


Son como las niñas de cualquiera: niña mar, niña monte o niña tormenta, ave fénix y de caramelo. Una de ellas nació en acuario un día nublado. Sobre su nacimiento se arremolinaron las grisáceas nubes pretendiendo quizá devorarla mientras ella miraba y sonreía.


De haber sido así no estaría adornando plácidamente mi ojo derecho.


En cambio, la niña del izquierdo es capricorniana. Apenas había nacido y ya preguntábame qué si esto, qué si lo otro, qué por qué era niña de mis ojos? Hágame usted favor: qué por qué sólo dos manos, y no tres, o cuatro o cinco?


Hasta hoy asusta de vez en cuando (y sospecho que por un inmenso y perverso gozo), a seminaristas castos que blasfeman de sus blasfemas dudas sobre la voluntad de dios.


Es todo una osadía compartir con ellas mis enormes ojos, ojos de medianoche, de mediodía y vacíos. No pintaba para buen vecindario, sin embargo (como en todo) hay sabores agrios como el azufre, uno que otro sinsabor y dulces como la papaya.


Para mi terror de mediterráneo son buenas cómplices (entre ellas, que no conmigo). Quiero dar constancia (por ejemplo) de que miro tu negra nuca hace ya varios kilómetros. Una de ellas salta juguetona y, sin reparo, baila enloquecida desde el dintel de mi ojo bien abierto, se deja caer de bruces y recarga su quijada en su par de manos para seguirte viendo, como yo lo hago.


Ah! pero la otra, esa otra definitivamente es un caso perdido. No dio señales de vida hasta que apareció sentada cual mariposa y con el dedo índice tocando su labio inferior. Indecente juega con su lengua, sus ojos son aun más negros y profundos, ya no parece tan niña, así ni siquiera interesan sus calcetas.


Sus senos están endureciéndose, su boca se expande, sus manos son ahora garras vegetales. Puedo sentir sus sienes palpitando asesinas.


Así, así si le temo y, sospecho que tú también, pues cuando entreabrió sus piernas bailarinas, cuando visitó ese país su otro índice, ella cerró sus ojos, yo los míos y...


Al abrirlos, me guiñabas con uno de los tuyos.

2 comentarios:

Davicho dijo...

Cierro mis ojos, el parpadeo es instantáneo, pues mis pupilas renuncian a verte, porque en todas partes tu imágen aparece, todo tiene pocas de ti, tu eres todas las cosas, me hablas aún con tu mirada que no olvido, por eso parpadeo, para no mirra mas este mundo que se empeña en recordarme que te amo, y sabes que? aún ocn tus ojosc errados tu imágen aparece, no cabe duda, estas en todas partes.

Anónimo dijo...

En donde estas?, cada poro de mi cuerpo pregunta por ti, solo transpiro insaciedad, falta intercambiar palabras, falta que me escuches, falta saber que todo está bien...porque siento que de pronto, todo está mal sin ti.